Espiritualidad del trabajo

¿TIENE SENTIDO TRABAJAR?

En relación al artículo que escribí sobre motivaciones profundas – que por cierto tuvo un error en el encabezado con una frase que no era mía – me escribió una de las lectoras un comentario que vale la pena citar: “A veces caigo en la rutina y esto hace que pierda la noción del porque tengo que despertarme cada mañana y venir a una oficina.”    Este valioso comentario expresa la falta de sentido que muchas personas experimentan en su trabajo.   La rutina es como una droga que va adormeciendo nuestros anhelos más profundos llevándonos a perder el sentido del porqué hacemos las cosas y caer en el desaliento.

Es fundamental tener un sentido claro del por qué hacemos las cosas para poder trascender los obstáculos diarios.  Un psicólogo famoso, Victor Frankl,  afirma que el sentido de la propia existencia es  la fuerza última que motiva toda la vida humana.  En un estudio que realizó en los campos de concentración pudo constatar que las personas que tenían un sentido en sus vidas – sea personal, familiar o una misión que cumplir – eran los que sobrevivieron a todos los abusos y carencias durante la estadía en el campo de concentración.

En el ámbito laboral son muchas las situaciones que nos llevan al desaliento: un trabajo que no nos realiza, situaciones de “stress”, injusticias al interior de la organización, mezquindades o envidias. Todo esto puede llevar al trabajador a sentirse desmotivado y cansado.  Estas carencias, si bien son reales,  pueden ser sobrellevadas cuando tengo un norte claro y trascendente del por qué hago las cosas.

En alguno de los seminarios gerenciales que realizamos les preguntamos a los jefes que quisieran que digan de ellos el momento de morir.  Frases como “vivió para servir”; “hizo lo que predicó”; “Fue un gran padre de familia”;  “Hizo todo lo que pudo” son algunas de las expresiones de este dinamismo de despliegue en el amor que todo ser humano tiene.

El reto es vivir desde ya lo que quiero alcanzar.  Muchas tareas están pendientes por realizar, pero no debo esperar a que sea muy tarde para decidirme.  Cada día debe ser vivido como si fuese el último día.

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