Son diversos los estilos de trabajo según la forma que tiene el trabajador de aproximarse a la realidad. Un tipo de aproximación es el perfeccionista que tiende a poner una gran energía y dedicación a las diversas labores que realiza. Si bien esto tiene un ángulo positivo en el que se busca la excelencia también corre el riesgo de caer en un cierto estilo obsesivo en el que busca que todo se haga sus propios parámetros y esquemas, generando en su entorno un ambiente que no es favorable.
Este estilo de trabajo lleva a un desgaste de energía innecesaria por el esfuerzo innecesario temas que no lo ameritan por el miedo a delegar y perder el control de las decisiones.
A su vez dicho estilo de trabajo tiene dificultad para discernir y jerarquizar las prioridades y comunicarlas adecuadamente a su equipo de trabajo.
Al dar un exceso de atención a ciertos temas o en ciertos detalles que no son tan relevantes, esto le quita perspectiva y energía para abordar los temas que requieren mayor atención y reflexión. Esto también genera dificultad para el subalterno por no saber con claridad que es lo realmente importante pues no se dosifica ni se matiza según la jerarquía e importancia del tema abordado.
Todo parece ser para “ayer” y casi nunca nadie cumple los “standards” deseados. Esto genera ansiedad y tensión que hace ineficaz la labor del equipo de trabajo.
El otro extremo es el estilo apático o pasivo. Son las personas que no se involucran con nada; son apáticos ante su entorno. Expresan desánimo o frustración, ansiedad, resentimiento y una actitud defensiva. Si no se detecta la causa de lo que está generando este desgaste en la persona se va quedando progresivamente sin fuerzas para emprender incluso las labores más cotidianas o abrumarse ante situaciones sencillas del trabajo. En este caso la persona se va desgastando no necesariamente por mucho stress, sino porque no está conectado con la labor que realiza y no se siente parte de dicho ideal.
Es importante identificar nuestro estilo de trabajo para poder entender cómo aproximarnos adecuadamente y a su vez liderar a las personas entendiendo cómo orientarlas según su estilo preponderante. Sobre este punto se darán algunas pautas en el siguiente artículo.
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