Resulta fundamental para las organizaciones desarrollar el potencial del trabajador desarrollando aquellas habilidades críticas, que constituyen las capacidades o potencialidades peculiares de cada trabajador que generan valor agregado en la organización.
1.- ¿Cómo ayudar a los trabajadores a desarrollar dichas habilidades?
En primer lugar, es importante identificar aquellas capacidades que son distintivas en cada trabajador. Estas pueden estar relacionadas con aspectos personales (creatividad e ingenio), relaciones interpersonales (espíritu colaborativo), formas de resolver problemas, así como estilos de liderazgo que aportan al entorno de la empresa.
Será de gran provecho preguntarnos: ¿Qué habilidades tengo que son únicas y relevantes para el desarrollo de la organización?
2.- ¿Invierto suficiente tiempo en el desarrollo de dichas habilidades de forma proactiva o actúo de forma reactiva según las circunstancias? Una vez identificadas dichas habilidades es importante generar hábitos de trabajo de tal forma que la persona destine tiempo de calidad y espacios específicos en los que se desarrollen dichas habilidades.
Nuestro tiempo es limitado y por ello el buen uso del mismo requiere un correcto discernimiento del tipo de esfuerzos y enfoques que son más relevantes.
Se requieren nuevos hábitos tales como delegar tareas que son secundarias y evitar interrupciones que impidan focalizar parte importante del día al desarrollo de habilidades críticas.
3.- ¿Identifica y valora la organización dichas habilidades críticas?
De parte de los líderes de la organización se debe evaluar si el trabajador se encuentra en el puesto apropiado para desarrollar dichas habilidades. Por ejemplo, un trabajador que es capaz en la resolución de conflictos podría estar más enfocado en la atención de clientes difíciles que sólo él puede atender.
Es importante analizar si la descripción de funciones y evaluación de desempeño toma en cuenta dichas habilidades críticas que requiere la organización tales como la visión estratégica. Una persona, por ejemplo, con pensamiento estratégico debe aportar en la visión y proyección de la organización y no sólo limitarse a tareas operativas.
Promoviendo el desarrollo de las habilidades de los trabajadores y el mutuo enriquecimiento entre los colaboradores, la organización en su conjunto desarrollará el potencial de todos sus miembros.
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