Lo esencial es invisible a los ojos

La mirada superficial que a veces tenemos ante la realidad impide captar realidades profundas que pasan inadvertidas y que son fundamentales en la vida de las personas. En uno de sus escritos Antonie de Saint Exupéry  daba el siguiente consejo: “He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos… Los hombres han olvidado esta verdad.”  (El Principito).

Para lograr esto se requiere educar nuestro interior, liberándolo de egoísmos, y así poder  captar las necesidades de los demás.  En ocasiones los miembros de la empresa ni siquiera saben lo que otros viven, sus anhelos y expectativas personales. Esta realidad es expresada con claridad por uno de los trabajadores: “Tratamos de hacer un grupo de trabajo, pero nos dice que no vamos a hacer amigos, sólo le interesa  nuestros resultados.”   Parecería que dedicarse a abordar o atender ciertos temas trascendentes fuera una pérdida de tiempo creando una falsa oposición entre las necesidades de la empresa y las expectativas personales.

No hay peor ciego que aquél que no quiere ver.  La soberbia y prepotencia nos hacen insensibles a las realidades de las otras personas. Existen ciertos jefes que se creen “dueños de la verdad” y juzgan a las personas según sus propios prejuicios.  Es frecuente caer en “etiquetajes” de diverso tipos calificando al trabajador como incapaz, irresponsable, o cualquier otra categoría que reduce al trabajador a un defecto o limitación sin ver sus potencialidades.

Un ciego no puede guiar otro ciego.   Abramos los ojos del corazón desterrando todas aquellas actitudes que obnubilan nuestro entendimiento para realmente poder guiar a otras personas de manera eficaz.  Es necesario reconocer con humildad y reverencia que cada persona es un misterio ante el cual debemos dejarnos maravillar por la infinita dignidad que poseen al ser imagen y semejanza de Dios.   Conscientes que somos personas en búsqueda de lo trascendente podremos iluminar todos nuestros actos, sintonizando con nuestro interior y tener así una  mirada profunda a la realidad y las personas que nos acompañan en el caminar.

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