Mecanismos de defensa

En las relaciones humanas, incluyendo las empresariales, existen ciertas dificultades para expresar con autenticidad lo que pensamos, sentimos y vivimos, especialmente cuando la persona o el entorno no nos brinda la confianza para ello.  Más aún, si se percibe un entorno amenazante, el trabajador desarrolla mecanismos de defensa para protegerse, interpretando equivocadamente muchas de las intenciones de los miembros de la organización.

Son diversas las maneras en las que solemos protegernos.   Una forma es descalificar a las personas que intentan corregirnos o tienen una opinión distinta a la nuestra.  Para identificar actitudes defensivas podrían ser de utilidad las siguientes preguntas: ¿Cómo reaccionamos ante las críticas?   ¿Nos solemos sentir atacados cuando alguien no está de acuerdo con nosotros?  ¿Escuchamos o tratamos de responder ante posiciones distintas sin haberlas entendido del todo?

Otro tipo de mecanismo defensivo es transferir el problema en el entorno o en otra persona para no asumir la propia responsabilidad.      Por ejemplo, empezamos a evidenciar los yerros del otro, descalificando lo que la persona tiene que decirnos por el mero hecho de tener defectos.

Nuestros mecanismos de defensa – usados para protegernos de las amenazas que percibimos sean externas o internas – pueden estar tan arraigados en nuestro interior que no somos tan conscientes de ellos.    Por ello necesitamos de los demás para identificar aspectos que no logramos visualizar solos.  Un ciego no puede guiar a otro ciego.

La cultura empresarial debe generar un ambiente de confianza en la que la persona pueda verse estimulado por su entorno y no juzgado o atacado.  Un líder no es quien nunca se equivoca, sino que permite a otros salir al encuentro de sus necesidades para mejorar continuamente e invitar a otros a recorrer ese mismo camino.  Quien acoge a las personas, incluso sabiendo que no siempre será agradable lo que tengan que decirnos, o incluso puedan tener inicialmente intenciones erradas,  podrá ir generando un equipo de trabajo en el que cada uno pueda enriquecerse y complementarse, en un ambiente de libertad y autenticidad, permitiendo que entre cada vez más luz en nosotros e irradiarla en nuestro entorno.

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